viernes, febrero 05, 2010

Gracias..

por hacerme sentir la peor persona del mundo.


MOLESTO DEMASIADO...


Tendré que ser todavía más autista, fantasmagórica...insignificante.


LOS ODIO.

miércoles, enero 14, 2009

PURA CASUALIDAD?

Yo no sé si Dios existe...tampoco sé si creo en las señales...lo único que tengo claro es que hay ciertas cosas que te "llegan" en el momento justo.

Esto me lo repartió un evangelista hoy...

jueves, enero 08, 2009

UNA FAN ENAMORADA


Una vez alguien me dijo que el fanatismo es fiel reflejo de las personas que no tienen un porqué para vivir. Y es probable que mi devoción por los Backstreet Boys se haya originado, allá por el 1997, ante la falta de un PORQUÉ. Mi adolescencia fue bastante particular: alejada de los chicos, las fiestas y sin amigas de verdad…creía que mi vida no tenía el menor sentido. Mis compañeros no se cansaban ridiculizarme, para ellos siempre fui la “rara” que no se copaba con nada…
Padecí burlas y torturas de las más crueles…y aunque los años pasaron, aún me acuerdo de cada una de ellas. Cada comentario quedó grabado en mi consciencia generando traumas irreversibles. Así, lo que empezó como una timidez excesiva…derivó en una fobia social (acompañada de una feroz depresión) terriblemente limitante.
Y no sé que fue primero. Esto es como la historia del huevo y la gallina…
No sé si me discriminaban por no ser como ellos…o si yo me alejé de ellos por considerarme distinta. Tampoco sé si mi fobia fue un producto de mis martirios o si fue mi “enfermedad”, siempre latente, la causante de los malos tratos…
Quiénes me conocen de verdad saben que la pasé muy mal. Que lo que estoy describiendo no fue un simple dramita de teenager emo.
La cuestión es que en medio de tanta MIERDA…yo había encontrado un “respiro”…una luz…un refugio…y mi felicidad, a los trece años, era ser fanática de los Backstreet Boys. Eso me mantenía ocupada en otras cosas…
En lugar de hacerme mala sangre porque un compañero de curso no me daba bola, yo idolatraba a cinco chicos que sabía que me eran inalcanzables…pero cuyo amor imposible tenía un sabor menos amargo. Y ese sentimiento lo compartía con muchas otras chicas…de modo que ya no estaba tan sola.
Seguramente, más de uno se va a reír con mi historia…y la verdad es que importa tres carajos. El fanatismo es algo que no se puede explicar con palabras…lo que me pasa en este momento…tras haber comprado mi entrada al recital…es indescriptible.
Así como el hincha apoya fervientemente a su equipo de fútbol favorito…y el fiel religioso le rinde culto a su deidad…yo escucho las canciones de estos tipos y se me pone la piel de gallina…y voy a llorar (o a seguir llorando, porque ya lloré)…y voy a saltar…y voy a gritar…y voy a seguir acumulando razones para ser cada día más feliz…por más patéticas que éstas le puedan resultar a muchos de ustedes.
GRACIAS POR LEERME.


...Let's get on with the show (Let's get started)
Turn the lights down low (Turn the lights down low)
You were there from the start (You were there)
We know who you are
and this one goes out to you...

(EVERYONE)

viernes, diciembre 26, 2008

Excelente texto...



Extraído del libro "El hombre en busca de sentido" de Viktor Frankl.

miércoles, diciembre 24, 2008

Navidad sin los Suegros



La película está buena. No obstante, el desenlace es un tanto decepcionante para quienes nos sentimos atraídos por la propuesta inicial de la pareja. ¿Será que, en el fondo, todos queremos lo mismo? ¿Por qué es tan difícil escapar a la norma? ¿Somos realmente dueños de nuestras decisiones o es que todos nuestros actos están condicionados por imposiciones culturales?

jueves, diciembre 11, 2008

OBRA DE TEATRO "LA FARSA HUMANA" - ANÁLISIS PERSONAL


Tema/idea central de la obra: “La farsa humana” nos invita a reflexionar sobre los ideales de la vida; los valores tradicionales, inamovibles e intemporales; la falta de tiempo y oportunidades que obstaculizan nuestra realización personal, así como la parte de responsabilidad que nos toca a la hora de decidir nuestro destino.

Personajes:

Sebastián: Hombre de negocios

Misantro: Mayordomo

Irma: Mucama

Celina: Ama de casa

Marcelo: Músico

Filósofo

Escritora

Estudiante


La Farsa Humana se compone de ocho actores que comparten casi el mismo nivel de protagonismo a lo largo de toda la obra. El elenco es muy diverso, aportando cada uno sus matices en personajes totalmente diferentes entre si.

Características principales de cada uno de ellos:

Sebastián es un exitoso hombre de negocios que pasó toda su vida preocupándose por obtener dinero, incluso mediante vías no tan lícitas.

Misantro es el mayordomo de Sebastián. Lo ha acompañado durante años y ha sabido ganarse la confianza de su patrón. Es egoísta y muy pesimista.

Irma es la mucama de Sebastián. Una española no muy culta que, al igual que Misantro, lleva años trabajando en la casa. Irma es una mujer simpática y trabajadora.

Celina es una ama de casa que, tras haber quedado viuda, ha sufrido una serie de desengaños amorosos que la han llevado a desconfiar de los hombres. Es una mujer cálida, honesta y honrada.

Marcelo es un vendedor de seguros que odia su trabajo. El sostiene que su pasión es la música y que lo que más disfruta es tocar el violín. No obstante, es un individuo pobre de espíritu y sin ideales.

El filósofo es un hombre sabio y extravagante. Por momentos resulta un tanto soberbio y hasta irónico. Está convencido de que la filosofía es la única vía para alcanzar la paz perpetua entre los hombres.

La escritora, bohemia y romántica, es una soñadora empedernida que se muestra implacable frente a la falta de valores de la sociedad actual.

El estudiante es un reflejo de los jóvenes de hoy, un producto más del capitalismo. Es individualista y materialista. Su máxima preocupación es vestir a la moda y lucir bien. Por sus características, tendrá algunos “choques” con el resto de los personajes, ya que el estudiante se manifiesta claramente en contra de los valores morales fundamentales que los otros defienden.

Circunstancias que se manejan en la obra:

La pieza teatral comienza cuando Sebastián, el hombre de negocios que ha construido su fortuna de forma non sacta y “pisando cabezas”, decide poner en marcha un experimento.

A sus cincuenta y tantos años, Sebastián siente que, en su afán de ganar dinero, ha perjudicado a mucha gente y desperdiciado su vida. Este hombre, que nunca conoció el amor pero es un experto en nichos de mercado y nuevas formas de comercio, considera que ha postergado su felicidad a causa de ver incrementados sus ingresos. Cansado de sacrificar su paz mental en pos de sus negocios, este businessman decide seleccionar cinco personas que se vean imposibilitadas de llevar adelante sus sueños por falta de tiempo y de dinero. Finalmente, quedan seleccionados un filósofo, un estudiante, un violinista derivado en vendedor de seguros, una escritora y una ama de casa que ha quedado viuda.

Todos estos individuos son muy diferentes entre sí. No obstante, los cinco parecen tener una característica en común: se quejan de que la vertiginosa vida actual y sus empleos de tiempo completo no les dejan lugar para la reflexión y la realización personal. Luego de estar subsumidos en ocupaciones que se han apropiado de sus libertades y que lo único que les proporcionan es una supervivencia básica, Sebastián les brinda a estos personajes la posibilidad de manifestar su arte albergándolos en su mansión y despojándolos de las presiones cotidianas.

Sin embargo, las cosas toman un curso imprevisto: los huéspedes se vuelven cada vez más exigentes, demandan bienes materiales que hasta el momento habían estado fuera de su alcance y ninguno da muestra de su talento. El ocio y la vida acomodada parecieran haberles arrebatado la inspiración. La única que escapa a la regla es la ama de casa, Celina, que quiere sentirse útil y le pide a Sebastián que la deje colaborar con la mucama en los quehaceres domésticos. Es aquí donde nuestro protagonista comienza a sentirse atraído por la muchacha, a la que luego deberá disputarse con el violinista frustrado.

Por otro lado, Misantro, el mayordomo, está cansado de las ridículas y crecientes pretensiones de los invitados. El lacayo nunca le tuvo fe al proyecto de su patrón y cree que son todos unos vagos y aprovechadores. Pero lo que más le preocupa a Misantro es el posible romance entre Celina y su jefe. Dado que Sebastián no tiene mujer ni hijos, el sirviente conserva la esperanza de heredar algo de su fortuna, una ilusión que empieza a resquebrajarse con la llegada del ama de casa.

De esta forma, el mayordomo idea un plan con la complicidad de la mucama para liberarse de todos los acogidos: a los artistas les dice que su patrón ya ha hecho experimentos con otras personas y que cuando se cansa de ellas, las termina eliminando. Y a Sebastián lo convence de que Celina ama a Marcelo (el músico). Posteriormente, los cinco invitados acuden a Sebastián para despedirse de él y la mentira de Misantro sale a la luz.

Cuando el mayordomo es descubierto, todos se encierran en sus cuartos a reflexionar sobre lo ocurrido. La inspiración se apodera de ellos y, en definitiva, logran sacar provecho de su estadía en la mansión de Sebastián.

Finalmente, cada uno de ellos decide dar un giro a su vida:

Celina rechaza a Marcelo y reconoce su amor por Sebastián. Marcelo probará suerte con la música, el filósofo se dedicará a enseñar, la escritora comenzará a escribir una obra de teatro y el estudiante elegirá una carrera afín a sus intereses y no a los deseos de sus padres.

La mucama y el mayordomo se muestran arrepentidos por su accionar egoísta hasta que, finalmente, Sebastián decide perdonarlos y empezar una nueva vida junto a Celina.

Estados de ánimo observados en cada personaje:

Sebastián: pasa de sentirse agobiado por la vorágine y el vacío laboral a mostrarse optimista y feliz, con la llegada de Celina a la casa.

Misantro: al comienzo de la obra, su temperamento oscila entre el pesimismo, frente al proyecto de su jefe, y el enojo, producto de los deseos inauditos de los huéspedes. Luego se lo ve arrepentido de haber mentido y con temor de ser reprendido por Sebastián. Al final de la obra, el mayordomo está feliz de haber sido absuelto por su patrón.

Irma: la mucama se muestra siempre alegre y vivaz. Después de participar en el plan de Misantro, se siente culpable.

Celina: la viuda llega a la casa porque quiere encontrarse a si misma. No se siente identificada con el resto de los huéspedes. Se presenta como una mujer que tuvo un pasado oscuro. Los estados de ánimo que manifiesta son: la sinceridad (cuando le dice a Marcelo que no siente lo mismo que él) y la alegría, que aparece en la mitad de la obra, como consecuencia de la relación que se gesta entre ella y Sebastián.

Marcelo: desde un primer momento, el vendedor se muestra confundido, desdichado, sin rumbo. Odia su empleo pero tampoco puede crear música. Cuando conoce a Celina, experimenta cierta felicidad y surge en él una esperanza. Sin embargo, con el tiempo, sus expectativas se ven socavadas y vuelve a su estado original.

Filósofo: el intelectual ostenta sabiduría y arrogancia. Tiene fuertes enfrentamientos con la escritora y con el estudiante, ya que disiente con ellos en muchos temas y es bastante intolerante.

Escritora: la escritora tiene la capacidad de sumergirnos en su mundo ideal. Sus estados de ánimo van desde un optimismo exacerbado hasta ciertos ataques de cólera que son producto de las discusiones que mantiene con quienes no comparten sus puntos de vista.

Estudiante: el joven se presenta muy relajado y seguro de si mismo. Defiende sus posturas con mucha firmeza, aunque es consciente de que sus ideales van en contra de toda una generación.

Espacio físico/lugares: el espacio físico estuvo bien utilizado. El mismo estaba compuesto por unas largas y elegantes cortinas, tres mesas pequeñas, una silla y un sillón mediano. El escenario estaba todo cubierto, no había espacios “en blanco” sino el lugar suficiente para que se desempeñaran los ocho actores.


La puesta en escena fue muy buena y superó la falta de recursos escénicos: muy prolija, medida y oportuna. Las luces desempeñaron un papel fundamental: sirvieron para crear una linda atmósfera y sostener determinadas escenas.