Gracias! Como te dije ayer, fuiste mi “hado madrino”.
Nunca dejé de creer en los cuentos de hadas, aunque mi vida siempre fue más parecida a una película de terror de Tarantino...Y no es que no disfrute tales historias, sólo que siempre me toca desempeñar el rol de la víctima ultrajada…
Y mis príncipes, lejos de asemejarse a aquellos que aparecen en los filmes de Disney, se acercan más al PRINCIPE del libro de Maquiavelo…
En fin, GRACIAS…
PD: Decime si mi MEEZ no está igual que "Campanita", ayer...
Había una vez dos reyes que esperaban con alegría el nacimiento de su primera hija, a la que llamarían Aurora. Para celebrarlo, organizaron una fiesta a la que invitaron a todos los habitantes del reino. Las tres hadas vinieron a hacerle un regalo cada una, siendo la hada Flora la encargada de darle la belleza, la hada Fauna le dio la dulce voz, pero olvidaron invitar a la malvada bruja Maléfica que, enfurecida, lanzó un terrible hechizo sobre la princesa: el día de su décimo sexto cumpleaños, se pincharía con el uso de una rueca y moriría. El hada Primavera como aún no le había dado ningún regalo le dio el mejor de todos, romper el maleficio: no morirá, permanecerá dormida hasta que un valiente príncipe la bese.
Un día el Rey de aquel país anunció que iba a dar una gran fiesta a la que invitaba a todas las jóvenes casaderas del reino.
- Tú Cenicienta, no irás -dijo la madrastra-. Te quedarás en casa fregando el suelo y preparando la cena para cuando volvamos.
Llegó el día del baile y Cenicienta apesadumbrada vio partir a sus hermanastras hacia el Palacio Real. Cuando se encontró sola en la cocina no pudo reprimir sus sollozos.
- ¿Por qué seré tan desgraciada? -exclamó-. De pronto se le apareció su Hada Madrina.
- No te preocupes -exclamó el Hada-. Tu también podrás ir al baile, pero con una condición, que cuando el reloj de Palacio dé las doce campanadas tendrás que regresar sin falta. Y tocándola con su varita mágica la transformó en una maravillosa joven.
- Tú Cenicienta, no irás -dijo la madrastra-. Te quedarás en casa fregando el suelo y preparando la cena para cuando volvamos.
Llegó el día del baile y Cenicienta apesadumbrada vio partir a sus hermanastras hacia el Palacio Real. Cuando se encontró sola en la cocina no pudo reprimir sus sollozos.
- ¿Por qué seré tan desgraciada? -exclamó-. De pronto se le apareció su Hada Madrina.
- No te preocupes -exclamó el Hada-. Tu también podrás ir al baile, pero con una condición, que cuando el reloj de Palacio dé las doce campanadas tendrás que regresar sin falta. Y tocándola con su varita mágica la transformó en una maravillosa joven.
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