lunes, junio 23, 2008

A mí, mejor, despiértenme...

Fin de semana conflictivo:

Una amiga se comió al novio de otra. Yo hablé con la cornuda y le conté todo. Pero algo me dice q la honestidad me costará una amistad...

Sinceramente, a mi en su lugar me hubiese gustado q alguien me abra los ojos...pero no todos somos iguales: la mayoría de la gente prefiere vivir una farsa y creer lo q más le conviene.

Ahora sé q la mentira es la base de la felicidad...por tal motivo, yo nunca podré ser feliz...

Cierro con un cuento y me voy.

El sueño del esclavo


Voy paseando por un camino solitario, disfruto del aire, del sol, de los pájaros y del placer de que mis pies me lleven por donde ellos quieran.A un costado del camino, encuentro un esclavo durmiendo.Me acerco y descubro que está soñando, de sus palabras y gestos adivino... sé lo que sueña:El esclavo está soñando que es libre.La expresión de su cara refleja paz y serenidad.Me pregunto...¿Debo despertarlo y mostrarle que sólo es un sueño, y que sepa que sigue siendo un esclavo?¿O debo dejarlo dormir todo el tiempo que pueda, disfrutando aunque sea en sueños, de su realidad fantaseada?—¿Cuál es la respuesta correcta?...
No hay respuesta correcta...Cada uno debe encontrar la propia respuesta, y no hay lugar afuera donde buscarla.

Si hay un problema en la mentira, lo tiene el mentiroso.

Y a los q se quedaron enganchados con el tema, les dejo un artículo q me pareció bastante interesante:

http://www.clarin.com/diario/2003/04/06/s-04415.htm

domingo, junio 08, 2008

Por fin algo interesante en el rubro 35...

Hoy me dispuse a hojear los clasificados…y luego de un largo rato de no hallar nada meritorio, encontré un aviso que acaparó toda mi atención…


Yo que pensaba dejarme mi color de cabello...parece que, dadas las circunstancias, tendré que volver al rubio…

jueves, junio 05, 2008

Y subo un tema de Pimpinela, q viene como anillo al dedo...


Lucía
Es nuestro gran problema
Del siglo veintiuno
No busques más a un hombre
Que no queda ninguno

Lucía
Después de otro desengaño
Junté coraje y volví a empezar
Simpático el divorciado
Casi me vuelvo a enamorar

Joaquín
Hay algo que aún no te he dicho
Una sorpresa te voy a dar

Lucía
Y entraron cuatro niñitos gritando juntos ¡ hola papá ¡

Coro
No creas lo que ves
No se puede confiar

Lucía
Y ahora qué voy a hacer
A dónde iré a buscar

Estribillo

Lucía / Coro
Dónde están los hombres?

Coro
Aquí
Dónde se han metido?

Coro
Aquí
Si no están casados son medio raros o aburridos

Coro
No es así
Donde están los hombres?

Coro
Aquí
Que yo no los veo

Coro
Por qué?
Si no son tramposos,
Son mentirosos o tienen miedo

Coro
No puede ser

Lucía
El día que ví un soltero
Me dije no se me va a escapar
Salimos un mes entero
Todos los días con la mamá

Joaquín
Si quieres vivir conmigo
A mi viejita hay que llevar

Lucía
Al fin se marchó ofendido
Cuando la quise envenenar

Coro
No creas lo que ves
No se puede confiar

Lucía
Y ahora qué voy a hacer
A dónde iré a buscar

Repite estribillo

Lucía
Y casi sobre la hora
Yo conocí al hombre ideal
Sensible y divertido
Era mi sueño hecho realidad

Joaquín
Hoy vine con un amigo
Vamos a ir todos a bailar

Lucía
Bailaron apretaditos
Toda la noche, tal para cual

Coro
No creas lo que ves
No se puede confiar

Lucía
Y ahora qué voy a hacer
A dónde iré a buscar

Repite estribillo

Nunca hay que bajar el nivel…


Hoy fui a la peluquería y me encontré con una escena muy particular: mi estilista estaba siendo cortejada por un hombre mucho mayor que ella.

El señor, un individuo de unos cincuenta y tantos años, poco elegante y no demasiado atractivo, no parecía muy feliz con mi llegada. Sin embargo, ni bien puse un pie en el salón de belleza, el rostro de mi peluquera irradió una enorme tranquilidad. “¡Qué bueno que viniste!”-exclamó.

Y a los pocos minutos entendí todo: yo era su “salvadora”.

Mientras “C”, mi coiffeur, me lavaba el cabello, el viejo no hacía más que piropearla. No obstante, lo único que obtenía de su parte era indiferencia…

Y hablando de temas triviales, de esos que surgen cuando uno acude a este tipo de lugares, yo confesé que me gustaban los muchachos algo más jóvenes que yo. Y fue en ese momento cuando el veterano reveló: “y si, la carne tierna tira…”.

El cincuentón adinerado (por lo menos así lo manifestaba él) comenzó a hacer alarde de sus bienes materiales para conquistar a mi estilista, una mujer de treinta años que todavía no cayó lo suficientemente bajo como para ceder a los deseos de este individuo.

Y mientras tanto, los minutos pasaban y yo tenía que irme a trabajar. “C” tardaba en enjuagarme el cabello porque no quería que yo abandonase el lugar: si me iba, ella terminaría en las garras de aquel monstruo.

Finamente tuve que marcharme pero antes de partir le dejé mi número celular (en ese momento me sentí como Carla Conte, en el programa "Tienes una cit@", cuando les dice a las participantes solteras que en caso de que quieran ponerle fin al encuentro, la llamen para que ella las "rescate"). “Contame como sigue la historia y pensá bien antes de comprar en el mercado de segunda mano”-le dije al despedirme.

“C” asintió con la cabeza y a la media hora me envió un mensaje de texto que decía lo siguiente:

“Nunca hay que bajar el nivel”.