sábado, diciembre 25, 2004

Un Vano Ruido de Palabras...

A continuación voy a copiar unas palabras del escritor Nicolas Fiks que, como siempre, me han encantado y además me han hecho sentir sumamente identificada...



Quejarse es señal de que no se ha atravesado ningún infierno; toda conversación o discurso filosófico es un vano ruido de palabras. Tendríamos que habituarnos a sufrir en silencio como los animales, pues nuestras desesperaciones, nuestras diatribas, nuestros puños en alto blasfemando contra el cielo son necedades dignas de oligofrénico.

Nadie puede cambiar su destino propio ni el destino que padece la humanidad.

La Historia es la cadena diamantina de los vencidos, es la concatenación ineluctable de esta marcha de bestias domesticas que es el hombre. Basta con leer un poco para persuadirse que nunca ningún ser logró hacer estragos duraderos en el otro, y que todo discurso, sistema político o creencia artística con el tiempo se desvanece. Todo es polvo, y tus palabras de odio también.

A nadie le importas, porque ese alguien a quien te dirigís con vehemencias es también un gusano inmundo asustado de su destino, y que intenta consolarte como lo haría un enfermo terminal a otro en alguna sala de hospital.

¿Realmente esperas algo de tu prójimo? ¿De esa amalgama de carne y sudores que nació por azar y que morirá en las mismas condiciones? ¿Que transitará toda su vida con el signo de interrogación enclavado en su cabeza como un nimbo maldito?

Quieren ayudarte y ni ellos mismos pueden manejar sus vidas; intentan aconsejarte con voz persuasiva y tiemblan ante la visita bimestral al médico. Son basura como vos, por lo tanto no recurras a ellos, porque todas sus palabras son temores disimulados, su seguridad no es otra cosa que la tranquilidad que en ellos resplandece a no ser los víctimas de tus depresiones.

No niego que intenten ayudarte, y más tratándose de amigos o parientes, pero jamás sabrán cómo hacerlo, porque son hombres, porque son imperfectos y porque el sol malediciente que deja ver toda la bazofia de la existencia brilla tanto para ellos como para vos.

La soledad es la mejor consejera porque es autista, no miente, no porque no quiera hacerlo, sino porque tiene cercenada su lengua.

Que tus gritos sean agónicos ecos, que tus golpes hagan sangrar a tus nudillos.

No importunes a otros condenados a muerte por decreto divino; dejalos ser, que sigan su rumbo, optimista o no, pero que no interfieran en tus decisiones, porque son tan poca cosa como vos.

Entonces uno se preguntará: ¿qué hacer en esos momentos en donde necesitamos una mano amiga que nos consuele, o unos labios cupidescos que nos sacien? No hagamos nada, esperemos el derrumbamiento mental.

Dios así lo quiso, sino hubiera creado seres superiores, que con una palabra o un gesto puedan hacerte sentir bien, pero ¿quién te hizo sentir bien durante más de cinco años, por ejemplo? ¿El amor? No lo creo, pues este sentimiento posee todas las características de una enfermedad: obsesión, celos, posesión, inseguridad.

¿La amistad? No hay amistades eternas, y no existe nada más triste que ver envejecer a un ser querido, que ya atrofiado por el peso de la vida, intenta aferrarse a esta con desesperación, cargándote a vos, pobre infeliz, con todos sus males. La amistad es el pacto tácito entre dos inseguros que se alaban mutuamente, y que luego de un tiempo, se desprecian mutuamente.

Después existe la familia, ¿ella será tu contención? ¿Es la atalaya que Dios puso para consolar a las almas en pena? Lo dudo, pues no es un Absoluto, es algo relativo: las familias se disgregan por ambición de algunas de sus partes cuando de dinero se trata; se abandonan cuando un tercero influye y hasta se hacina en geriátricos a los seres que la han formado... por lo tanto también es una institución dubitativa, que puede serte útil, pero también perjudicial. Vos, como hijo, pagarás las culpas de tus padres, sino lee el primer libro de la Biblia y verás que, si bien el pecado original fue perpetrado por Adán y Eva, el primero en morir fue su hijo Abel. Muchos cargan las culpas de sus padres, los celos de sus hermanos o las perversiones de algún pariente lejano... la familia no es el refugio seguro.

¿Qué nos queda? ¿La sociedad? No hace falta que diga que es el peor enemigo del hombre. ¿La religión? Más nociva aún, con todas sus promesas supraterrenales porque es incapaz de hacerse cargo de los males presentes. Te hablan del futuro, porque el pasado es sangre, ambición e Inquisición, y el presente incertidumbre litúrgica... abrir la boca y comer una ostia. Más que eso no pueden darte.

Por lo tanto, si tu vida se viene abajo, dejala caer vertiginosamente, acelera su desmoronamiento. No hay nadie que te pueda levantar, porque todos son iguales, entonces ¿como buscar ayuda en iguales, como demandar una mano salvífica en seres como vos? No hay héroes, no existen los Ulises y Aquiles homéricos, ni los Jesús y Pedros bíblicos que te alimentaran con peces y pan cuando sientas hambre.

ESTAS SOLO. Más solo aun que cuando eras un feto inmundo en las no menos inmundas y sanguinolentas entrañas de tu madre. Te parieron para sacrificarte: tu vida es una cuna y un ataúd: el resto un oscilar de ciego en un valle de lágrimas de azufre.

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